LA FLOR DEL CIRERER – ACUPUNTURA MATARÓ
El manantial del bosque de las flores de melocotón
En los tiempos de Tai Yuan había un pescador que vivía en Wuling. Un día al subir río arriba con su barca, se encontró, sin saber si había navegado mucho o poco, en un bosque en el que sus dos orillas aparecían cubiertas de flores de melocotón.
No se veían otros árboles, sólo un bello césped de hierba fresca y olorosa, sembrada de pétalos de flores de melocotón. El pescador se extrañó mucho, y continuó remontando el río para averiguar dónde acababa el bosque. Pero al final del bosque había una montaña, en la que, además de nacer el río, se abría un estrecho pasillo, rodeado de un halo de luz
Apenas cabía en él, pero entró, y después de pocos pasos se ensanchó el camino y todo se volvió luminoso. Ante sus ojos surgió un vasto y extenso paisaje. Entre buenos campos y bellos planos de aguas poco profundas se levantaban bonitas cabañas e incluso algunas casas. Numerosos caminos llevaban a todas partes, crecían múltiples tipos de bambú y muchas moreras. Los perros y los gallos se contestaban de un pueblo a otro. Hombres y mujeres, al igual que en nuestro país sembraban los campos. Todos estaban serenos y contentos de cumplir su trabajo, tanto los niños como los ancianos.
Se extrañaron al ver al pescador y comenzaron a interrogarlo. Al oír lo que explicaba lo invitaron a sus casas, le ofrecieron vino y mataron pollos para comer. Todo el pueblo se enteró de su llegada, y todos se acercaron con sus preguntas. Ellos explicaron a su vez que en los tiempos sublevados de Tsin Shi Huang, sus antepasados abandonaron sus hogares y se establecieron allí con sus mujeres e hijos, y que desde entonces ninguno de ellos había salido, por lo que no sabían nada de las gentes de fuera. Quién reina ahora ?, preguntaron, pero no conocían la dinastía de los Han, y menos la de los Wei, ni la de los Tsin. Pero el pescador les explicó todo lo que sabía, y ellos lo escucharon con gran interés. Así pasaron muchos días, invitado y colmado de vino y comida. Cuando se despidió, le pidieron que no comentara nada a la gente de fuera.
El pescador subió a su barca y volvió, fijándose en todos los detalles de los alrededores. En la capital del distrito lo relató todo minuciosamente al gobernador, y éste envió mensajeros para que encontraran el lugar descrito. Pero se perdieron por el camino y no lo encontraron ….
Dicen que Liu Tsi Ki, el sabio del Sur, emprendió una vez la búsqueda con mucho ánimo. Pero antes de tener éxito, se puso enfermo y murió. Desde entonces nadie ha preguntado por el camino.
Relato extraído de los Comentarios a las enseñanazas de Lao Tse, en el Tao Te King publicado por la editorial Sirio, S,A, y traducido y comentado por Richard Wilheim.
En este texto, encontramos la descripción que Lao Tse hace de su ideal de una Edad de Oro que se lograría mediante la vuelta a la naturaleza.
Así se describe también, que no se encuentra el conocimiento mediante mapas ni por decreto, sino de una manera intuitiva.
El camino se encuentra escondido para aquellos que no están preparados. Y si lo encuentras y te estableces en él, como los habitantes del cuento, encuentras la serenidad y no te falta nada.
Pero como dice el cuento, ya hace tiempo que nadie lo busca